miércoles, 15 de octubre de 2014

Mi mejor amiga

-Calla. Cállate, por favor. Hazlo. Calla y continua. Deja de llorar, princesa, no llores más. ¿Por qué lo haces? Si no vale la pena y lo sabes.- Lo dijo sosteniendo mi barbilla con sus manos.
-Sí, pero él... - Le contesté, sollozando.
-Él nada. - Sentenció.
La conversación acabó ahí, levanté la vista y la vi sentada con las piernas cruzadas, como si fuera un indio, su melena ondulada rematada con las puntas de un azul que realmente no sabía describir, caía sobre sus hombros y sus ojos verdes me miraban fijamente. No podía aguantar mis lágrimas, y su mirada me transmitía la paz que llevaba buscando durante semanas, desde que me abandonó a mi suerte. Ella se acercó lentamente a mí, sin cambiar su posición tan típica de ella. Me cogió de la barbilla, otra vez y me hizo mirarla a los ojos.
-Tía, estoy aquí para todo, todo lo que necesites. Eres muy fuerte, lo sabes ¿no? ¿O hace falta que te lo vuelva a repetir? - me dijo susurrando, con su voz, esa voz que me acompañaba desde hacía años en el camino de la vida, de nuestra adolescencia, y del amor.
- Sí, pero...- sollocé, incapaz de dejar de llorar.
No continuó hablando, pero lo que hizo me reconfortó más que cualquier palabra susurrada, se acercó mucho más a mí, alargó los brazos y me abrazó. Nos fundimos en un abrazo de los nuestros, cortos, pero intensos, en los que nos decíamos todo lo que con palabras ya no era suficiente. Ese abrazo me decía que me tranquilizara, que estaría a mi lado pasase lo que pasase y que me quería, más que a nadie.
Era mi mejor amiga desde hacía muchos años, cuando casualmente nuestro destino quiso volver a reencontrarnos después de unos años sin noticias de ambas. Éramos muy jóvenes cuando nos volvimos a reencontrar y nos convertimos en compañeras del viaje que es el crecer, prometiéndonos que siempre nos mantendríamos unidas, a pesar de que nos separaran kilómetros. Y lo hemos cumplido.

En ese momento, con las lágrimas empañándome la vista, me di cuenta que a pesar de todos mis llantos, de sentirme vacía y encontrarle poco sentido a un mundo, en el que él ya no me acompañaba,  a pesar de todos los contratiempos que de repente habían aparecido en mi vida, destrozándome una vez más, ella estaba ahí como siempre, sujetándome la mano y levantándome cada vez que caía de los cielos a la terrible realidad, porque ella era la única que a pesar de ver mi lado negativo siempre intentaba sacar esa sonrisa tan arraigada que tenía dentro, porque realmente el amor verdadero no era por la persona que realmente creía, estaba muy equivocada, el amor verdadero era aquel que hacía que ella estuviera aquí, en ese momento y siempre apoyándome. El amor verdadero era aquello que nos unía y que nos volvía locas, esa amistad que siempre habíamos tenido  y que siempre tendremos.

1 comentario:

  1. Me recuerda a mí con algunas amigas, aunque con mi mejor amiga las conversaciones suelen ser más en plan de:
    "Cacho boba por tu culpa nos hemos perdido"
    "Calla tonta pan"
    "Vamos a por un cafe mientras hablamos de lo guapo que es el chico que sale en TVD?"
    "Sip, pero sigues siendo tonta"

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