viernes, 29 de julio de 2016

Volver a vivir

Me paseé por las calles de aquella gran ciudad, buscaba la respuesta a la incertidumbre que llenaba mi pecho y me hacía sentir perdida entre el asfalto, las luces de las farolas y los transeúntes que deambulaban, perdidos, como yo, aunque ellos no lo supieran.
Me paré en seco, varios de aquellos viandantes me gritaron por haberles cortado el paso, pero fingí una sonrisa y continué contemplando aquello que había hecho parar mi paseo: una gran pintada en una pared en la que se leía "aunque respires, no estás viviendo si no vives tu sueño".
Aquella pintada acababa de responder a aquella pregunta que me estaba haciendo: ¿era feliz con lo que hacía?  No, solo era una más, respirando, viviendo para trabajar en un puesto que nunca había sido mi vocación y que acepté por necesidad.
Y fue cuando abrí los ojos y me di cuenta que aquella gran ciudad era realmente mi jaula, la que no dejaba desplegar mis alas, mi zona de confort de la que no salía por miedo a romperme en la caída.
Y entonces lo decidí, quise romper los barrotes de aquella jaula que me asfixiaba, hacer la maleta y huir, a dónde fuese, sin rumbo fijo, pero huir de todo.
Huí de la incertidumbre, del vacío de aquella casa sin calor, de aquellos brazos que no me traían más que pesadillas, de aquel trabajo sin sentido, huí de la gran ciudad, para volver a ser yo, para volver a ser libre, para callar a todos los fantasmas y demonios que me torturaban y volver a ser feliz.
No fue fácil habituarse a otro tipo de escenario totalmente distinto al que había vivido mis 26 años de vida, sentía demasiado anhelo por aquello que me había torturado durante mis útlimos años vagando sin sentido.
Pero cuando abandoné aquel anhelo de los fantasmas de mi pasado, empecé a notar una libertad que jamás antes había experimentado, sentía como aquellas alas que antes estaban escondidas, casi cortadas por la poca extensión de aquella jaula, empezaban a abrirse, a recuperarse de los daños que habían recibido. Volvía a sentirme joven, feliz, había dejado atrás todo tipo de adicciones físicas y emocionales y me sentía limpia, libre.
Había vuelto a viajar, a escribir, a reir y a bailar sin miedos, a volar sin red, a vivir

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